miércoles, 21 de diciembre de 2016
martes, 20 de diciembre de 2016
Año viejo / año nuevo
sábado, 17 de diciembre de 2016
Apple Inc.
Fabricaron ordenadores razonablemente buenos, sobre todo entre finales del pasado siglo y principios de éste. Tuve, de hecho, ocasión de trabajar un tiempo con uno de aquellos Power G5 (por supuesto, con un Linux instalado) y hay que reconocer que era todo un ejemplo de eficiencia y limpieza en su diseño. Esos Macs sí que eran Macs, podríamos decir, hasta con cierta nostalgia. Pero la historia ha sido siempre la misma: hardware cerrado, a menudo capado. Y un desprecio, marca de la casa, hacia los estándares y hacia la inteligencia de los usuarios, todo ello sumado a un precio absurdamente inflado, también marca de la casa. En cuanto al software, una constante agresión a la libertad. Una "cárcel cool", que diría Stallman. Aunque no han tenido reparos en vampirizar ideas ajenas a conveniencia o sacar buena tajada de los avances en el software libre, como en el caso del navegador Safari. Por ley natural tendrían que haberse extinguido en el cambio de siglo, pero gracias a la genialidad del rescatado Steve Jobs (que en paz descanse), gran conocedor del alcance del esnobismo humano, gozan ahora de una segunda vida dedicados a vender iCacharros fabricados en China (como casi todo el hardware que se puede comprar hoy día, no nos engañemos). De todas formas, no todo va a ser ocre en la corporación de la manzana. Siento una gran simpatía por el otro Steve, el Steve bueno, Steve Wozniak, mantenido ahora por la empresa que fundó como una especie de reliquia viviente. Muchas veces sus declaraciones están lejos, por fortuna, de la línea de pensamiento de la marca. A la vez que su aspecto tiene muy poco que ver con esa estética estirada, gili-hipster que tanto ayudó a difundir el Steve siniestro. Wozniak, el verdadero creador de la Macintosh, es un hacker de los de antes. La tristeza es que estaba en el lugar equivocado. En el garaje equivocado.
viernes, 16 de diciembre de 2016
Si allí estuvimos
domingo, 4 de diciembre de 2016
DESDE LAS NUEVE (C.P. Cavafis)
Las doce y media. Han pasado rápido las horas
desde las nueve, cuando encendí la lámpara
y me senté. Y aquí seguí sentado sin leer
y sin decir palabra: con quién podría hablar,
completamente solo, en esta casa.
La imagen de mi cuerpo joven,
desde las nueve, cuando encendí la lámpara,
vino en mi busca y me hizo recordar
clausuradas alcobas, llenas de aroma,
y placeres pasados –¡qué atrevidos placeres!–.
Y me trajo también ante los ojos
calles que ahora no sé reconocer,
bulliciosos locales que cerraron,
y cafés y teatros que una vez existieron.
La imagen de mi cuerpo joven
vino y me trajo también las cosas tristes:
duelos de familia, separaciones,
sentimientos de mi gente, sentimientos
–en tan poco estimados– de aquellos que murieron.
Las doce y media. Cómo han pasado las horas.
Las doce y media. Cómo han pasado los años.
(De C.P. Cavafis, Poesía completa, Trad. de Juan Manuel Macías. Pre-Textos 2015)