miércoles, 30 de mayo de 2012

Safo / García-Máiquez / Víctor Botas

El poeta Enrique García-Máiquez firma este hermoso artículo sobre Safo y su cuestión. La poeta (ya saben) que nos plagió a todos. Es un honor encontrarme allí, convocado junto a otros traductores de la inmortal lesbia: mis admirados García Gual y Ferraté. Enrique termina su artículo con este poema de Víctor Botas, que no me resisto a copiar aquí.

***


ASUNTOS BIZANTINOS

Que ellos sigan hablando
y discutiendo asuntos bizantinos. Yo no puedo
hacer más que mirarte.
                                     Ahora mismo
acaban de ocurrírseme unas líneas
que te irían a ti
igual que anillo al dedo, si no fuera
que Safo (es una pena), hace algún tiempo
ya, se me adelantó:
                                     sobre unos ojos
negros
tarda en caer la noche.
                                      ( Esta sería
la versión, más o menos.)
                                        No importa:
cometo un plagio más, y tan a gusto.

(Víctor Botas)

viernes, 25 de mayo de 2012

Sobre Dimensión de la frontera (Álex Chico)

En la revista digital La Náusea han publicado este pequeño texto que elaboré a partir de lo que dije en la presentación de Dimensión de la frontera, de Álex Chico, el pasado mes de marzo en Madrid. Fue una bonita tarde.

***


PRESENTACIÓN DE DIMENSIÓN DE LA FONTERA, DE ÁLEX CHICO

Dimensión de la frontera, el nuevo libro de poemas de Álex Chico, contiene ya en su título una clara vindicación de la poesía. Es en el ámbito fronterizo, y en la tierra de nadie, donde se mueve por naturaleza ese viejo asombro de palabras: siempre libre de banderas y de emblemas, la poesía ajena a las concepciones de la poesía y a salvo de nuestro afán de orden y los apriorismos de cuartel. En la frontera, sí, encontraremos la poesía, y allí también la perderemos sin remedio, pues la frontera no es lugar concreto (si lo fuera, no la llamaríamos «frontera»); es más un tránsito que un espacio o un tiempo definido, la melancolía del camino por recorrer que ya se ha recorrido. Álex Chico, para deleite de nosotros sus lectores, ha vuelto a ejecutar el ritual de lo efímero, quehacer de los poetas, en esta bella colección ajedrezada de Isla de Siltolá.

Sabemos por Borges que son muy pocas las historias que pueden contar los poetas, y que el resto ha de quedar en un sinfín de variaciones. Una de esas historias podría ser la del viajero que recuerda su viaje. Y cada poema de Dimensión de la frontera se nos antoja una enésima y delicada reinvención de la Odisea que da vida, en cada caso, a su particular Ulises. Es el poema (no lo olvidemos) el que construye al poeta. El propio Ulises, sin duda, hubiera firmado con entusiasmo estos versos de César Simón que Álex Chico coloca de lema en el epílogo de su libro: «...este no saber nunca / en qué lugar del tiempo y del espacio / de la realidad y el sueño sucede nuestra vida». ¿Sospechamos cuál era el nombre real de la Musa que invocaba Homero desde aquel «grado cero» de la poesía? Acaso se llamaba Memoria, la gran fabuladora que junta los lugares y los días recorridos: «Solo la memoria recupera su estado / de sitio...», leemos en un lugar del libro. La memoria, tenaz hilandera del mito de nuestra identidad, insiste en estos notables versos del poema Salamanca.Punto final:

Observo este lugar y sé que fui él mismo,
fui su camino y su deriva,
fui sus autores: Hierro, Arlt, Valente,
todos los que vinieron por primera vez
a señalarme los límites del mundo.
(...)

El afán de orden que mencioné al principio podría ensordecernos de nuevo y llevarnos a definir la poesía de este volumen como «meditativa» o «de pensamiento». No seré yo quien lo haga aquí, por más que a veces nos divierta jugar a los géneros y a las etiquetas, tan manidas como ociosas. Lo más notable de esta poesía es, precisamente, su cualidad de poesía, sin concesión a la anécdota o a la doctrina. No hay nada previo al poema que lo justifique, ninguna música anterior a la música. Los poetas del 27 nos recordaron que la poesía es libre. Que los manzanos pueden un día producir notarios y también (oh, asombro) manzanas. Y así, Dimensión de la frontera, en su elegida simetría, en su tono hábilmente sostenido, sin caídas, nunca monocorde, con sus calles, sus ciudades y sus límites, antes de mover nuestro pensamiento, nos lo tiñe de un determinado color (cada cual el suyo), como una voz que viene de lejos, como en estos versos finales del poema Aljibe:

Y ahora, ¿qué queda?
¿Una cita a destiempo?
¿Un recerdo que acabe por disgregar
más la fractura?
¿O una fuente que repite, como nosotros,
su movimiento eternamente circular?
Tampoco ella lo sabe: su ritmo siempre
será el mismo. Su agua, un hilo
de piel cada vez más cansada.

La poesía es un misterio. Pero es un misterio porque es humana. Tal vez la frontera mida lo que nosotros. Nuestra piel, la del poema. Nuestro compartido movimiento eternamente circular.

Juan Manuel Macías
marzo de 2012

miércoles, 23 de mayo de 2012

Anactoria


ANACTORIA
(Cara B)


No soporto a los griegos ni a su podrida belleza.
Ni a sus estatuas, cuyos dulces límites apenas pueden contener toda
la escoria acumulada por un planeta en fuga.

Todo en su sitio. Todo en su sitio.

Hasta el aburrimiento.

Porque la suma del cuadrado de los dos catetos
a veces se parece al dolor del bajo vientre cuando sangra,
y un triángulo isósceles es lo más cercano a la melancolía
cuando resuelve sus aristas de miel entre las costillas.

Porque la luna llena no fue nunca una circunferencia perfecta,
y estoy más que cansada del mes de mayo y de sus símbolos.
Y de las flores.
Sobre todo de las flores.
Malditas violetas como monstruos.

Porque los griegos se llevaron el mármol para levantar sus estatuas y sus templos
y a nosotras tan sólo nos dejaron el barro.

El barro con que jugabas de niña en un rincón callado modelando a nuestros héroes:
a Aquiles hinchado de soberbia, al sabio Néstor, al ignorante Agamenón, al vagabundo Ulises, a
la paciente Penélope, al cobarde Tersites, que era mi preferido.
Y a todos ellos yo les exigía la vida con estas manos pequeñas que nunca
aprendieron a tocarte.

Anactoria.

Te estás convirtiendo poco a poco en un nombre entre mis labios;
y ya eres sólo una música triste que intento repetir entre la gente;
y te voy deshilando, deshilando
como el vestido de una muñeca vieja,
como un vano residuo de mi aliento,
como cuando le hablo a alguien de ti sin esperar que me escuche.
Como una rueca que gira sin sentido entre las cejas.
Y me doy miedo.

Anactoria,

me está doliendo en la espalda el peso triste de la astronomía
y en los ojos esa estaca definitiva, clavada en todos los desiertos sin nosotras,
para demostrar que la tierra no paraba de girar, como temíamos.

Pasan ejércitos terribles al empezar la noche
y un galope de hermosos corceles se lleva, como el viento, el pulso de los héroes.
Y los dioses bailan borrachos y escupen sobre el oro de sus propias estatuas.
Y entre risas me preguntan: «Cuéntanos, cuéntanos tu virtud: ¿acaso no es el amor una lámpara de hielo?»

Pero yo ya no sé cuál es mi virtud,
ni qué mano pone en hora la golondrina del alba.
Yo sólo quisiera ahora rescatarte del barro.

Yo sólo pido ahora volver a hacer tu cara
con este bajo barro de la noche más simple.

Y prenderle fuego como a una delicada antorcha
que tiembla sola al borde de los acantilados,
o como la luna que surge, inevitable, para empequeñecer a las estrellas.
Y verla brillar desde la oscuridad donde me quedo.



(Tránsito, DVD Ediciones, 2011)

viernes, 18 de mayo de 2012

Alda Merini / Jeannette L. Clariond en Mujeres Malditas

Una nueva entrega del maravilloso programa de Valle Alonso en RNE Radio 5, "Mujeres malditas", esta vez dedicado a Alda Merini, con la participación de su traductora al castellano, la poeta Jeannette L. Clariond.
Aquí, el podcast

martes, 15 de mayo de 2012

Presentación de Hobo (Juan Vico)



Este jueves 17 estaré presentando Hobo, la muy recomendable novela de Juan Vico (Isla de Siltolá), en compañía del autor. Será a las 19:30, en la Central de MNCARS. Os esperamos.