lunes, 29 de agosto de 2016

Nada más humano

Nada más humano que el ladrido de un perro por la noche.

viernes, 26 de agosto de 2016

2 hilachas preotoñales


Mientras se marcha el verano, en algún lugar ya se estará fabricando a oscuras esa pátina que traerán los días, cuando acaso vuelvan a ser recordados. O reescritos.

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Esos tonos de septiembre que ya se insinúan en algunos momentos del día, como algo que va madurando. El verano se vuelve un niño viejo.

jueves, 25 de agosto de 2016

25 años de Linux



Hoy se cumplen 25 años, nada menos, del nacimiento "oficial" de Linux. Quién se lo iba a decir a un joven estudiante finlandés, Linus Torvalds, cuando en la incipiente internet de los 90, en medio de las últimas coletadas de la fiebre hacker de entonces, lanzaba ese ya mítico correo, anunciando que ponía a disposición de todos un sistema operativo que había venido desarrollando como proyecto personal, casi como hobby. A partir de ahí, el crecimiento fue exponencial hasta hoy.

Pero hay un dato esencial. Linux habría acabado en el olvido, como una genialidad más de laboratorio, si no hubiese adoptado la Licencia Pública General, auspiciada por Richard Stallman, y se incluyera después dentro del proyecto GNU, del propio Stallman y la Free Software Foundation. Por eso, en la imagen de cabecera pongo, junto la mascota de Linux (el ya venerable pingüino Tux), el ñu emblema de GNU. También es cierto que GNU no habría podido caminar si no hubiese encontrado en Linux su anhelado núcleo. Ese matrimonio, GNU/Linux, con amor o sin amor (que ese es otro cantar) supuso la puesta de largo del software libre.

A día de hoy creo que muy pocos dudan de las ventajas tecnológicas de este tipo de software frente al software privativo. Por su propia naturaleza, por su carácter abierto para poder ser modificado, enriquecido y distribuido por quien quiera y donde quiera (desarrolladores particulares, comunidades, universidades, instituciones, empresas, etc), el software libre siempre estará un paso por delante. Algunos ejemplos: la práctica totalidad de servidores de internet corren sobre GNU/Linux; en animación y producción cinematográfica es un sistema que se ha venido haciendo cada vez más imprescindible; y en tipografía digital y diseño gráfico bien podría estar a la vanguardia, si no fuese por lo conformista, anquilosado de esa industria. Medios tiene de sobra para ello. ¿Y en el escritorio? Desde luego está a años luz de ese coladero de virus inestable llamado Windows. Y a Mac OS X, según diversos tests realizados, le metió unos cuantos goles en su propio campo, es decir, instalados ambos en un Mac.

Pero todo esto no deja de ser mera tecnofilia. Lo que trasciende, desde luego, es la idea de libertad. Idealismo, sí, pero bendito idealismo. El software libre respeta la libertad del usuario y no está en manos de ninguna corporación; sin puertas traseras, sin pactos con crujidoras ventanas o manzanitas luciferinas. Está desarrollado por y para la comunidad, una comunidad diversa, contradictoria a veces y sin centro definido, dentro de esos polos opuestos de pragmatismo e idealismo que representan Torvalds y Stallman. De hecho, es sabido que ambos se profesan una ojeriza casi legendaria, y ninguno pierde ocasión, en intervenciones públicas, de largarle al otro sus envenenadas (aunque siempre ingeniosas) puyas. Pero, como Góngora y Quevedo, condenados a un lazo casi imperecedero. A los usuarios nos quedará, gracias a ellos, y a todos los que han aportado (y aportan) su granito de arena, la libertad, y, sí, un pequeño resquicio para el idealismo.



miércoles, 17 de agosto de 2016

Al relámpago

La poesía se parece más al relámpago que a esa farola terca, voluntariosa, que insiste durante toda la noche.

martes, 16 de agosto de 2016

Reflejo

Ver la luna reflejada en el agua es como asomarse al fondo de la mitología.

sábado, 13 de agosto de 2016

Bajo el orden de Sirio




BAJO EL ORDEN DE SIRIO


Reverbera la madrugada con el saber del metal,
irisada, temblorosa en todos sus insectos;
y destila en su seno el néctar de los tejados,
zumo unánime de los durmientes, cervatillo
que anhela transparencia, olvido, sueño.

Bajo el orden de Sirio,
fragua antigua del cielo,
la madrugada se afianza en la fe de un mar perfecto,
un mar inquebrantablemente claro, cuya virtud de péndulo
sólo se sabe desde los brazos en cruz de la mujer tendida
que guarda en cada palma abierta esa brizna de púrpura,
ese vago desmayo del mundo que algunos llaman distancia.

¿Qué pregunta, qué inmenso enigma exhala
el orbe de los cardos, como un cerebro, al firmamento,
donde apenas perturba su trenzada geometría
la triste línea recta de algún avión que huye?

Hay demasiada noche acumulada
aún entre las ciudades que crepitan
como antorchas cansadas, y demasiada historia al margen
por descifrar en la vigilia larga
de las carreteras secundarias que ponen unos límites al vértigo.
Cuando apenas se adivina en el corazón de lo negro
la ansiedad del mundo
por llamarse mañana,
cualquier camino puede confundirse con el pensamiento
y el tacto de las hojas con el oro callado de algún vientre.

La madrugada templa su filo al infinito
en el grito acerado de dos gatos en porfía.
Así el deseo,
que vaga por las calles en un denso aliento de almizcle que no conoce el día,
se concreta en las uñas, tiernas al fin de haber anidado en tanta sangre sorda.
Porque la madrugada ya se hace un único gemido,
una torre blanca, enajenada en su pura vertical
sobre un lecho de certezas que lentamente la consume.

Certezas del amanecer
adonde ruedan las cosas como una dócil manada de lamentos.
Entonces mirad a Sirio:
ya sólo es una esquirla de fuego desahuciado,
un fugaz mordisco de naranja, un latido, un presagio
o un dedo compasivo que divaga hacia su sombra última
sobre el vértice frío de la espalda.


(De Tránsito, DVD Ediciones 2011)

lunes, 1 de agosto de 2016

Agosto

Agosto es el mes más parecido al limbo. Entre la tarde y la noche hay un lugar en que se escucha un rumor a lo lejos, dulcemente acompasado, tibia morosidad del mundo. No queremos pensar que, en el fondo, es una cuenta atrás.