viernes, 30 de marzo de 2018

Elegías y sátiras (Kostas Karyotakis) -- Nuevo libro



Me hace mucha ilusión compartir con vosotros la noticia de que acaba de salir en la editorial Pre-Textos mi traducción de las Elegías y sátiras y cuatro poemas póstumos de Kostas Karyotakis. Ojalá os pueda interesar este poemario esencial del gran poeta griego, al menos tanto como a mí me emocionó y fascinó traducirlo. Os dejo con un enlace de la novedad bibliográfica en la web de la editorial.


martes, 27 de marzo de 2018

Apunte sobre una golondrina

(Un poema perteneciente a un presunto próximo poemario)

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APUNTE SOBRE UNA GOLONDRINA 

Sombra sobre la frente.
O Sueño.
La golondrina escribe un lejano azul oscuro
en la pizarra del cielo.
Es tarde, tarde.
La golondrina
ha dibujado el rizo
que cortaron de un ángel proscrito y sin recreo.
La tarde es gris y fresca; la primavera, antigua;
la golondrina pasa y gira, enajenada,
sobre la frente, sobre el encerado
del tiempo.
Pequeña golondrina, vieja sombra,
escribe en letras grandes, limpia mi frente
de pensamientos;
golondrina de años, pasa y deja
sobre mi frente el leve trazo,
el humo frío de tu tarde,
la delicada firma de un recuerdo.

jueves, 22 de marzo de 2018

Hospital

El otro día me tocó ir a consulta rutinaria. Por primera vez en el nuevo y flamante hospital de Collado Villalba, que es uno de esos hospitales de nuevo diseño (al menos en Madrid), más parecido a un aeropuerto, o al Mercadona, que a lo que el imaginario nos tiene acostumbrados en cuanto a estos edificios. Y en mi caso no sólo el imaginario, pues mi madre trabajó en el Ramón y Cajal hasta su jubilación, y eso sí que era un hospital de la vieja escuela. Uno ya sabía que estaba en un hospital nada más cruzar el espartano vestíbulo, cosa que siempre he agradecido. Y es que tengo la anticuada manía de querer encontrarme en los sitios adonde voy aquello que prometen, ya sea un ultramarinos, un banco, una catedral o un club social de mormones nudistas. Qué se yo: una forma más de no perderse en el mundo.

Pero este hospital de Villalba, con sus diáfanas salas, casi sin pasillos, sus tiendas, sus escaleras mecánicas y su atmósfera (digamos) neutra consiguió inquietarme más que otra cosa. Gente, mucha gente, algunos atentos a los monitores en las paredes, otros introduciendo con mecánica resignación la tarjeta sanitaria en unas máquinas parecidas a las expendedoras del metro. Todo muy automatizado, sí, pero lo que me escamó es que no se veían médicos, ateeses, auxiliares, celadores… El personal habitual que tiene por costumbre trajinar por los hospitales, más que nada porque trabaja allí. Se diría que los médicos, con esas batas blancas, las recetas, las alarmas tenían prohibido pisar ese espacio tan cool. Si me diera un infarto allí mismo y me cayera pasmado, ¿saldría algún médico de la nada para atenderme? ¿O me sentiría avergonzado, segundos antes de caer pasmado, por algo tan hortera como ponerse enfermo?

Se suele decir que los hospitales son sitios fríos y asépticos. Pero si hay un lugar frío y ñoño como pocos es ese hospital vanguardista que no quiere ser un hospital. Los hospitales pueden ser tristes, esperanzadores, a veces desasosegadores, pero nunca fríos. Y eso lo descubrí los únicos e irrisorios cinco días de mi vida en que (hasta ahora) estuve ingresado en uno. Son lugares lastrados de una tremenda humanidad: el gran peso de todo aquello que somos gravita allí de una forma singular. Esperemos, en fin, que algún día devuelvan a los médicos y demás personal a los pasillos del hospital de Villalba. Me tranquilizaría bastante. Porque un hospital sin médicos es como un colegio sin niños.

viernes, 9 de marzo de 2018

De todas las estrellas...

Estos versos de Safo sonaron por primera vez cerca de Asia Menor, en un tiempo anterior a la literatura, de una manera que nunca podremos llegar ni a imaginar. Su tono, sus acentos, sus cadencias se fueron para siempre con quienes tuvieron la suerte de escucharlos, como un momento irrepetible. Angelique Ionatos los canta y los rehace para nuestro presente con la pronunciación del griego vivo. La lengua griega, ni que decir tiene, siempre está viva: en tiempos de Safo, ahora... Dos simples momentos, dos presentes de un continuo. Una estrella nunca extinguida.


 *** 

Así traduje estos versos (frag. 104 en la ed. Lobel-Page) en mi edición de las poesías de Safo publicada en La Oficina de Arte Ediciones:

Ἔcπερε πάντα φέρων ὄcα φαίνολιc ἐcκέδαc ̓ Aὔωc, 
φέρειc ὄϊν, φέρειc αἴγα, φέρειc ἄπυ μάτερι παῖδα. 

 ... ἀcτέρων πάντων ὀ κάλλιcτοc. 

Estrella de la tarde, que traes cuanto esparció la blanca Aurora,
traes la oveja y la cabra, y a la madre le quitas la muchacha.

... de todas las estrellas la más bella.

(De Poesías, Safo, La Oficina de Arte y Ediciones 2017. 
Trad. de Juan Manuel Macías)