lunes, 31 de diciembre de 2012

Año nuevo



La última entrada del 2012, o la primera del 2013, según se mire, apresurada y telegráfica. El nuevo año se parece mucho a un traje que aún no nos hemos probado. Pero la talla es única y en la rígidas sastrerías del tiempo no se admiten devoluciones. No nos queda otra que usar ese traje, convivir con él y amoldarlo a nosotros día a día. Tampoco sabemos el color que tiene. Probablemente tendrá muchos, y algunos incluso ni los sospechamos. No ignoramos, en todo caso, que, últimamente, hay un gris de fondo que no acaba de dejarnos, un gris sombrío y plano. Es el color de la oficina siniestra o del casino sórdido en que unos cuantos ladrones, los de siempre, quieren convertir el mundo o nuestra vida. Mejor pensar ahora en cosas más gratas. Por mi parte, y aprovechando que este nuevo año la espléndida editorial Vaso Roto publicará mi traducción del libro de María Polydouri Los trinos que se extinguen, por primera vez traducido al español, les dejo con una foto apenas conocida de la gran poeta de Kalamata. Está tomada en el sanatorio de Sotiría (Atenas), donde pasó, ya enferma de tuberculosis, el último tramo de su corta vida. Curiosamente, es la única foto de las pocas que se conservan de ella donde se la ve sonreír. Y con la sonrisa de María Polydouri (una bella sonrisa) os dejo a todos los que visitáis estas diosas y estas nubes mis mejores deseos para este nuevo año que tendremos que vestir. Que los colores del traje sean muchos y variados, y que el gris nunca domine.