Acude en la deriva de tus senos
desde el balcón que besan los suicidas,
sobre los aparejos del olvido.
Tiende una tibia estela de distancias,
de octubres en galope. Tráeme el tiempo
con sabor a metal adormecido.
Baja gritando por las catedrales
entre la pura vertical desnuda
y la querencia del meteoro huérfano.
Sé todo cuerpo, sin favor del aire.
Fatiga balaustradas, tráeme el tiempo
sangrando largamente sus racimos.
Llena mis ojos desde tu hemisferio
con el agua perpetua de esa noche
donde se fundan todas las estrellas.
(De Cantigas y cárceles)