lunes, 10 de octubre de 2016

La luna, otra vez

La luna tiene sus ciclos y a veces éstos honran mi ventana, cuando me quedo hasta las tantas trabajando. Cómo no acordarse de Virgilio (tacitae per amica silentia lunae) o de la "íntima corrección" borgiana (la amistad silenciosa de la luna). Esta grata rutina compartida me recuerda a la de los desconocidos que se juntan, periódicamente, en una parada de autobús, sin cita previa, sin horario que obligue, y cada uno a lo suyo: simples compases espontáneos del mundo, o un suave espejismo de permanencia en un tráfago de pérdidas y desencuentros. Habrá noches (como ésta) en que la luna y yo no coincidamos en nuestras salidas y puestas. Otras tantas nos encontraremos en el mismo sitio. A saber. Pero si tengo algo claro es quién de los dos faltará un día, definitivamente.