lunes, 9 de noviembre de 2015

Exacta

Una de las muchas magias de la poesía, y de las que más me asombran, es la notable resistencia del poema a asimilar los engranajes de nuestra memoria, ese teatrillo donde jugamos y nos desvivimos por reconstruir lo ya vivido. Tal vez porque el poema es pura memoria no sabe resignarse a ser una simple imagen mental, como la que podamos tener de fulanito o de menganita. Queremos recordar un poema y nos lo encontramos de pronto ya vivo (más bien re-vivo) en nuestra voz y en nuestro gesto. Y el poema entonces, o esos dos o tres versos que solicitábamos a nuestro recuerdo, son como la Amada exacta de don Pedro Salinas: "Tu recuerdo eres tú misma. / Ahora ya puedo olvidarte / porque estás aquí, a mi lado."