De todos los azules irrepetibles que cruzaron la infancia me acuerdo ahora del azul de los coches cama, bajo la marquesina de la Estación del Norte en Madrid y sus metales decimonónicos, espesos. La promesa del viaje y el definitivo lema de Wagon Lits que rezaba sobre las ventanillas, como un título nobiliario: "Compañía Internacional de Coches Cama y de los Grandes Expresos Europeos". Ahora los trenes son descoloridos, casi transparentes, sin gracia. Corren más rápido, pero no llegan tan lejos.