La pródiga naturaleza que nos cerca precisa nuestra muerte:
la desea la boca púrpura de las flores.
Si viene otra vez la primavera, otra vez nos dejará,
y al cabo ya ni sombras de otras sombras seremos.
La radiante luz del sol aguarda nuestra muerte.
Contemplaremos otro crepúsculo más, tan triunfante,
que escaparemos entonces de las noches de abril
y marcharemos más lejos, a los reinos sombríos.
Sólo pueden quedar, tras de nosotros, los versos,
diez versos apenas, que permanecen, como
las palomas que los náufragos dispersan al azar
y, cuando traen el mensaje, ya es demasiado tarde.
la desea la boca púrpura de las flores.
Si viene otra vez la primavera, otra vez nos dejará,
y al cabo ya ni sombras de otras sombras seremos.
La radiante luz del sol aguarda nuestra muerte.
Contemplaremos otro crepúsculo más, tan triunfante,
que escaparemos entonces de las noches de abril
y marcharemos más lejos, a los reinos sombríos.
Sólo pueden quedar, tras de nosotros, los versos,
diez versos apenas, que permanecen, como
las palomas que los náufragos dispersan al azar
y, cuando traen el mensaje, ya es demasiado tarde.
Trad.: Juan Manuel Macías. Pre-Textos 2015)