Se ha pasado del ancestral miedo a la nada (la inmensa noche, el gran vacío) a otro abismo más horrible, a un desasosiego más espantoso y desgarrador: el miedo a no estar en Facebook.
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NO-LUGARES
Una de las cosas bellas y elegantes que tiene el final de Casablanca es que sucede en un mundo donde las despedidas lo eran de verdad. Y además siempre quedará París. Pero si en lugar de eso les hubiese quedado Facebook, probablemente Ilsa Lund y Rick Blaine habrían cedido a la triste inercia, resignados a soportarse en interminables álbumes de fotos y condenados de por vida a felicitarse por los cumpleaños.