lunes, 1 de junio de 2015

PALACIO / SUEÑO / TIEMPO


"porque edificas tu casa
con todo lo que de mí mismo ignoro"

Juan Larrea (trad. Carlos Barral)


Un palacio vacío es igual que una liturgia triste.
Es una rara música
cuando se deshila en mil pasillos
y hay un afán desmedido por ahondarse y ahondarse,
por profanar las cámaras
hasta lo más recóndito del sueño.

Un palacio
deshabitado
donde las horas van dejando el frío de su ansiedad.

En los livianos cortinajes
el tiempo mece al tiempo.
Septiembre es un orfebre delicado
y amontona las tardes en su espalda
con un lejano tráfago de oro,
con el tibio remanso de antiguos rezos.

Hay un humor de vino exquisito en la madera
cuando se abren las puertas una detrás de otra
y cruje la soledad, y se comba la soledad, la rancia soledad, con sus vetustos goznes
y todo se hace un lento arpegio pensativo,
pasillo tras pasillo, cámara tras cámara,
el esquema de un vals que dibuja la ausencia,
la celosa matemática de un cabello trenzado,
el rodaje implacable de la noche.

Un palacio
sin vida
para buscar y buscar, puerta tras puerta,
el color que perdemos en el final del sueño,
el aire que nos falta en los amaneceres,
el más preciado ámbar, la lágrima perfecta, la definitiva
lágrima
que guarda el mundo
cuando ya el mundo se parece a un límite.