viernes, 9 de octubre de 2009

Más novedades de otoño en DVD Ediciones

La lengua ciega, nuevo poemario de Juan Antonio González Fuentes.



Las elegías, de Friedrich Hölderlin, en espléndida traducción y edición de Juan Andrés García Román.

martes, 22 de septiembre de 2009

...Y mata la verbena

Rescato un textito que colgué en la página de DVD hará más o menos un año. Pertenece al ciclo de lecturas de verano que ensayamos conjuntamente Sergio Gaspar y un servidor. Feliz otoño, como quien dice.

***

VERBENA Y DESPEDIDA

En Cercedilla se realiza el ejercicio del fin del mundo todos los años por primeros de septiembre. Y el mundo termina como ha de terminar, no gracias a un acelerador de partículas europeo y aburrido, sino con una verbena y una traca. La verbena es la culminación de los entes, y aquí sabemos bien que, si el universo tiene un sentido, es para converger con su procesión de estrellas, planetas y galaxias en esa plaza imposible de un pueblo donde todos se emborrachan, bailan al son de la canción del verano y se absuelven mutuamente sus pecados.

El fin del mundo tiene que ser algo comunal y divertido. El de este año estuvo muy logrado, qué pena que ustedes no vinieran.

Por allí estaba la emperatriz Teodora de Bizancio, con tacones de aguja, minifalda y sus cerca de 1400 años muy bien llevados. La vi bailar con muchos hombres que no eran yo. Y con algunas mujeres que tampoco eran yo. Me distraía a ratos de la contemplación Eduardo Punset, contándome ciertas teorías acerca del origen del universo. Punset hablaba siempre en inglés, pero su propia voz sonaba por los altavoces de la orquesta doblándole al castellano. Recuerdo que le hice un breve comentario, maravillado del hecho, al padre Brown.

En una esquina charlaba amigablemente el Marqués de Sade con su conciencia, y Catulo iba de un lado a otro con una copa de whisky nacional y coca-cola en la mano, sonriendo a todo el mundo desde ese aire tan suyo de estar en el sitio equivocado (es decir, donde no está Lesbia) y sin embargo no importarle nada y tomárselo con naturalidad. Un buen tipo, Catulo. Es el auténtico latin lover. Su americana irrepetible llevaba colgando el precio de la tienda, pero no le dije nada.

Góngora había montado un puestecillo para vender metáforas, justo al lado de un turco que hacía kebabs. Le invité a un kebab a Garcilaso, que venía de una lectura de verano de Sergio Gaspar. Venía con los ojos encendidos y los belfos apretados, y no hacía más que preguntarme si había visto a la emperatriz Teodora de Bizancio, porque tenía una cita con ella. No había empezado a enumerarle las virtudes de la espera y todos los que estaban antes que él, cuando la princesa de Rubén me tiró del brazo con cara de pocos amigos, arrastrándome al baile. Y bailé con ella una lenta y agarrada, pero sin querer se me disolvió en la camisa, dejándome una mancha de batido de fresa. Una mancha muy triste. Y por eso volví a mirar a la emperatriz Teodora de Bizancio, que atornillaba su lengua con la de Anactoria. Pensé en contárselo a Safo, pero ¿para qué? Nunca me coge el teléfono.

Bebí demasiado aquel fin del mundo, ni siquiera escuché la traca, y amanecí sentado en la terraza despoblada de un bar, otra vez con Eduardo Punset. Seguía hablándome del origen del universo, lo seguía haciendo en inglés, pero esta vez escuchaba su voz que le doblaba al castellano dentro de mi cabeza. Todos se habían ido ya, y la emperatriz Teodora de Bizancio bailaba sola frente al escenario vacío de la orquesta, con sus pechos desnudos desacompasados, y sus pezones tenían un curioso tono ocre hoja de otoño o libro viejo.

La mujer dormida seguía dormida. Y desde lejos, Gerardo Diego, encaramado en el ciprés de Silos, le arrojaba estos versos:

Tus ojos oxigenan los rizos de la lluvia
y cuando el sol se pone en tus mejillas
tus cabellos no mojan ni la tarde es ya rubia
Amor............................Apaga la luna
No bebas tus palabras
ni viertas en mi vaso tus ojeras amargas
La mañana de verte se ha puesto morena
Enciende el sol..........................Amor
y mata la verbena

sábado, 19 de septiembre de 2009

Primeras novedades de septiembre en DVD Ediciones

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El fin de semana perdido, de José Luis Piquero.

Publicamos en la web dos poemas del libro, con una breve introducción de J. L. Piquero.



Carne de Píxel (segunda edición), de Agustín Fernández Mallo.

Con una interesante entrevista a Fernández Mallo.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Más ligaduras

A finales del XVIII la Universidad de Oxford encargó al gran tipógrafo John Baskerville el diseño y fundición de unos tipos griegos para una edición escolar del Nuevo Testamento. Hace unos años, Sophia Kalaitzidou hizo un estupendo trabajo de recreación digital de esa fuente para la Greek Font Society. La tecnología open type permite reproducir fielmente el gran número de ligaduras ideadas por Baskerville. Aquí les muestro un par de ejemplos de mi "work in progress" con el profesor Felipe Hernández Muñoz. En este caso es el comienzo de la edición crítica de un opúsculo del rétor Alejandro (s. II d. C.), fruto de sus clases de crítica textual en la Universidad Complutense de Madrid. Ambos ejemplos están compuestos en XeTeX, uno de los últimos avances en el sistema TeX. El segundo ejemplo, con todas las ligaduras open type activadas (un click en las imágenes para ampliar). Una muestra más de la potencia de TeX, a años luz de los sistemas de maquetación tradicionales. Espero que les guste.

sábado, 15 de agosto de 2009

Siguen las Vacaciones críticas...

... en DVD Ediciones.com. Sigue el verano (¿hasta cuándo?). Entretanto, aquí les dejo mi aportación.

lunes, 27 de julio de 2009

Estancia, de Sergio Gaspar


En una fugaz incursión en la página web de DVD Ediciones, Roman Jakobson Junior se permitía la enésima apostilla de la legendaria pregunta becqueriana al sentenciar que «poesía es todo lo que se publica en una editorial de poesía». Mi amigo el poeta Juan Vico escribía tiempo atras en su poética para Las afinidades electivas, con su habitual lucidez, que «poema es todo texto que merece ser leído como poema». Felizmente, los géneros están bien muertos y enterrados, por mucho que se afanen los escritores de manuales de literatura. Y la poesía, dejando atrás el mito de la creación que reposa en su étimo, lo es en la medida en que se establece un diálogo entre el poema y el lector. Una construcción común entre ambos.

La historia, breve, de mis diálogos con la poesía de Sergio Gaspar se inaugura con sus poemas incluidos en Campo abierto (DVD), esa antología del poema en prosa en España que ya es por derecho propio un canon imprescindible en la literatura española. Más tarde, tuve oportunidad de escucharle leer, mano a mano frente a Mestre, en una pequeña velada del Hotel Kafka de Madrid. Allí pronunció Sergio Gaspar una frase que desde entonces me tiene entusiasmado y confuso a partes iguales. Copio de memoria. «La poesía es una parte de la lingüística general». A día de hoy, creo que esta afirmación puede vertebrar no sólo la poética de Sergio, sino la de todo gran poeta. El personaje del poeta, invención de Platón para culparle de una batería de preocupantes desórdenes, tal vez se ejemplifique en la figura mitológica de un filólogo dislocado.

Es en esta parte de la historia cuando DVD Ediciones publica Estancia, un magnífico poemario, singular y extraño, arriesgado y valiente. Una noticia feliz por muchas razones, sobre todo por lo que tiene de espuela para la salmodia habitual de la poesía de aquí, y porque supone el primer libro de Sergio que (al menos para mí) deja de ser secreto.

Cuatro partes, aparentemente estancas, estructuran el volumen. A saber. Estancia, un ciclo de poemas escritos en torno a la muerte de su madre; Un día con Stevens, trece poemas (más uno) que narran la violación y asesinato de un niño en el bosque lírico de Wallace Stevens; Enunciado, cuya prosa narrativa explora los misteriosos territorios de la pornografía; y, por último, el prólogo intitulado, como no podía ser menos, En el lugar equivocado. Aparentemente estancas, sí, pero con evidentes vasos comunicantes que van dotando a la lectura del libro, en orden o desorden, de una rara trabazón. El lector, pues, se deja caminar sonámbulo, como por el bosque-conciencia del mirlo, entre la narración templada y quirúrjica y un ámbito cerrado de símbolos y abstracciones. Entre la llana prosa y el verso libre (a veces epigramático) cuya cadencia no rehuye ciertos leves trazos de dicción clásica, alejandrina y endecasílaba, como en el gran poema Algunos metros de infinito, probablemente el mejor de su serie.

Así, la «doble muerte» de la madre (la real, la cosa en sí, indescifrable; la otra, la pensada, a veces descrita y narrada, y convertida en materia lingüística, en logos); los trece escorzos simbólicos del suceso en el bosque y esa coda final, la número catorce, con un tono que recuerda a los compases finales que el gran Jerry Goldsmith escribiera para Alien; y el inesperado quiebro del enunciado que navega y deshace esa ficción suprema llamada pornografía; y el prólogo equivocado. Todo ello conformarían lo que podríamos llamar un cancionero de la identidad.

intentar no aburrirnos con las cosas. Nuestra
tarea es levantar un hogar que se derrumba
--lo llamaremos identidad-- con fragmentos
de recuerdos no necesriamente vividos.


(Estancia V)

Ferdinand de Saussure, el poeta que tal vez inventaran unos estudiantes suizos a principios del pasado siglo, se complacía en dar caza a una serie de célebres dicotomías. Significante y significado, por ejemplo. Quizás una suerte de mitología dual para aplacar el vértigo ante la incógnita del lenguaje que acarreamos por mera herencia. Pensamiento y narración están presentes en Estancia al igual que en la Odisea, pero a diferencia de la novelería de consumo, el argumento viene después, transfigurado. O no termina de venir nunca.

Nuestra tarea es recordar algunos rostros,
ciertas fechas de nacimientos y de muertes,
el camino para volver a casa, y el partido
al que votamos, y el nombre de nuestro perro.

No parece gran cosa --y no lo es, en efecto--,
hasta que llega la hora
en que alguien que te enseñó tu nombre lo olvida.


(Estancia V)

La poesía es memoria, el arte de recordar los nombres adecuados. Después, el logos se convertirá en voz, la lengua en habla. Y, por obra de este secreto tránsito, no será ya preciso un diccionario que nos recuerde que la palabra estancia tiene un significado doble en castellano: el lugar y el acto.

viernes, 3 de julio de 2009

Ayvelar 17





Ya está en la calle el esperado número 17 de la revista de poesía y literatura Ayvelar, dirigida por el poeta Julián Cañizares Mata. Incluye una colaboración mía, un poema inédito titulado El final del Partenio, que escribí a modo de conclusión, segunda parte o secuela de mi Partenio, que tal vez alguno de mis lectores ya conozcan. Al margen de este pequeño dato autopublicitario, la revista viene extremadamente suculenta. Podrán encontrar poemas y textos (la mayoría inéditos) de autores como Vicente Luis Mora, Sergio Gaspar, Jesús Jiménez Domínguez, Joan Margarit, Juan Andrés García Román, Julieta Valero, Vanesa Pérez-Sauquillo, Agustín Fernández Mallo, Marcos Canteli, Andrés Neuman y muchos más, garantizando una más que atractiva diversidad. Las espléndidas ilustraciones son de Alicia Gómez Molina. Reproduzco la portada (a cargo de Vidal Palazón) y el índice de este número (ya saben, un click para ampliar).

Tras 17 números, Ayvelar ha encontrado un lugar merecidísimo en el cada vez más heroico mundo de las revistas de poesía en papel, gracias a la dedicación y buen hacer de Julián Cañizares. Ya conocen mi querencia hacia la tinta y el papel. Esperaremos el Ayvelar 18.

miércoles, 1 de julio de 2009

Vacaciones críticas en DVD Ediciones.com

Un verano más, no descansamos en la web de DVD Ediciones. Si acaso, emprendemos las vacaciones críticas, que son las mejores vacaciones para tiempos de crisis. De aquí a lo que queda de verano, irán pasando por esta nueva sección de temporada todo un elenco de firmas literarias para mostrarles cómo pueden combinarse ámbitos aparentemente tan contradictorios como la molicie y modorra del verano con una mirada indagadora, crítica, despierta o puñetera. Sergio Gaspar y un servidor se sumarán a tal empresa. El resto de firmas ya las irán descubriendo. Es posible que algunos ignoren aún que van a participar. No se lo pierdan. Sean críticos.

También, cómo no, la sección de firmas invitadas irá sumando más nombres. Entre tanto, les recomiendo las dos últimas entregas: Francisco León y José Ángel Cilleruelo. Por cierto, mil gracias, una vez más, a Álex Chico por haberse hecho eco en su Isla de Elca de la firma de Francisco León.

domingo, 14 de junio de 2009

Revista Kafka

Acaba de salir al aire el número 5 de la espléndida revista de humanidades Kafka, capitaneada por Álex Chico y Sergio Sastre, segunda entrega de su nuevo y seguro periplo por internet. Para mí es un honor colaborar con tres poemas inéditos en este número estival. Doble honor, por haber sido invitado a este espacio que se presume fundamental y de obligada lectura entre la babilonia digital de las letras, y por estar entre colaboradores y colaboraciones de la talla de los que siguen (copio el contenido del blog de la revista). No se la pierdan.


Artículos:

El libro de los filósofos muertos, de Santos Domínguez
Anatomía de un instante, de Manuel Simón Viola

Poesía:
Antonio Reseco (inéditos)
José Manuel Díez (de La caja vacía, e inéditos)
Juan Manuel Macías (inéditos)

Relatos:
Pesadilla por entregas, de Antonio Serrano Cueto
El novelista canibal, de Salvador Gutiérrez Solís
Dos hombres comparten soledad, de Gemma Pellicer
Páginas de un dietario inédito, de Rafaél Fombellida

Entrevista:
Esther Tusquets

Ártes Plásticas:
Zoe López (fotografía)

miércoles, 10 de junio de 2009

La noche de Katie King

Tibio vapor, nostalgia de cereza
y un vago escorzo, apenas un vestido,
son tu oriente sin norte ni sentido
entre el polvo del tiempo y la pereza.

Tímida sombra donde el sueño empieza
a tirar del ovillo del olvido
—humor de los desvanes—: no has vivido
más luz que esa fugaz naturaleza.

Una precariedad de mariposa
te mueve entre la noche y la mentira
hasta perderte al borde de la aurora.

Y tu nombre tan sólo, y tu dudosa
historia, es una frente que delira
o un rubor que en las manos se demora.


(Encontré este viejo soneto por mi disco duro y me hizo gracia revisitarlo. Creo que es el único soneto dedicado al ectoplasma fraudulento de Katie King. La muy discreta y volátil Katie King, de cuya propia inexistencia jamás tuvo culpa. En fin, no lo volveré a hacer más).

jueves, 30 de abril de 2009

A la vuelta de Barcelona

Les daba cuenta en la anterior entrada de las medidas de la ilusión que un servidor se llevaba puesta a Barcelona. Pues bien. Si marché contento, ahora vuelvo entusiasmado en grado superlativo, pero también, ay, con un punto de nostalgia, en el sentido etimológico del término. El ave, Internet y el teléfono son unos estupendos inventos, pero difícilmente pueden mitigar esa sensación incómoda de no poder estar cerca de las personas con que vale la pena compartir el hábito de vivir. Gracias a vosotros, que me acogisteis tan bien. Al gran Eduardo Moga, que tuvo el detalle y la generosidad de venir a escuchar mis poemas con la precaria voz que me dejó la timidez, a Agustín Calvo Galán, arquitecto de las Afinidades Electivas, al pianista (cuya identidad secreta no revelaré), pieza clave del Trío de Las Vegas. A Sergio Gaspar, editor y sin embargo amigo, que me enseñó Barcelona en tiempo récord, a la poeta Efi Cubero, que no pudo venir a causa de un merecido homenaje pero que estuvo presente en el recital. Y gracias, gracias, a Álex Chico y a Juan Salido-Vico, responsables de todo el tinglado, enormes poetas y amigos de los de presumir. Uno siente, sí, no estar más cerca de ellos. Y para subrayar esta observación acaba de ponerse a llover en Cercedilla.

Pero el Ave, no lo olvidemos, es un invento estupendo. Como el pacharán.

viernes, 24 de abril de 2009

El lunes nos vemos en La Cigale

La poesía, o lo que llamamos poesía, siempre me ha parecido (por mera aproximación) un misterio que sucede en la voz de otros. En mi historia personal, humilde, sentimental e intransferible de los versos he contado con amigos que me han regalado algunos de mis poetas o poemas de cabecera. Neruda, Borges, Lorca, Góngora, Lope, Kavafis han vivido a menudo en las voces de mis cercanos. Otras ocasiones, por contra, no tuve tanta suerte. Otras ocasiones la tipografía me ha impuesto su silencio y su soledad, y el poema no era otra cosa que una escombrera de tinta que uno, perezoso, se veía obligado a reconstruir. Y entre el esfuerzo, sin embargo, algún deslumbramiento repentino. El poema tomaba forma en esa voz interior que nadie sabe de dónde viene. Ni tan siquiera Saussure pudo explicarla en su poema épico intitulado Curso de lingüística general. Me ha causado no pocas obsesiones la dichosa voz interior, y tengo hablado mucho sobre ella, o con ella, tras la zozobra ancestral de quien descubre que se puede llegar a leer un texto sin mover los labios. ¿Pero quién es el que lee? ¿Quién nos lee, o a quién buscamos en el otro extremo?

Este lunes 27 un servidor estará del lado de los que leen, en Barcelona, compartiendo cartel con la poeta Ana Gorría, gracias a la generosa invitación de los poetas Álex Chico y Juan Salido-Vico para el ciclo de lecturas que han organizado en La Cigale. Viendo los nombres programados, los poetas que ya han intervenido, y la inmensa estatura lírica y humana de ambos organizadores, he de decir que me siento muy honrado por que se hayan acordado de mí, así que marcho a Barcelona con una ilusión más grande que un bergantín goleta. Diría (por mera aproximación) que la poesía es voz y un poema sólo existe cuando se dice, cada vez irrepetible. Intentaré por una noche prestarle mi voz a mis poemas. Una unión contingente, como quien dice.

Toda la información sobre Els dilluns de la Cigale aquí. No se lo pierdan.

jueves, 9 de abril de 2009

Un poema de Jesús Hilario Tundidor



DESPUÉS QUE CAE LA SOMBRA

Definitivamente he comprendido.
Todo el que bulle o hace ruido o grita
y gesticula y queda, unos instantes,
en la primera página de un mundo
inútil, locuaz mudez de muerte
representa. Paso fugaz, ira fugaz
es en el amplio conocer que olvida,
máscara, son, viento de una mañana.

Pero aquel que se sabe poderoso,
encauzado en el mar, llamado dentro
de una mortal entrega, de una lenta
labor, en la que vida o muerte sólo
es material de arquitectura o tránsito,
aquél que sufre y calla, acepta y toma
su herramienta, derrumba y edifica,
desnuda y viste, y multiplica el único
instante concedido, siendo humilde
penetra victorioso, pues conoce
que su ámbito es la luz y allí es su triunfo.

(Jesús Hilario Tundidor)

lunes, 6 de abril de 2009

ego

Uno cumple años y se descubre con el mismo aturdimiento de siempre. A estas alturas de la feria, me conformo con que las cosas sucedan, incluso cuando uno le sucede a sí mismo, porque sobre esto no dejo de atesorar unas cuantas preguntas de hogareña melancolía. Ensayaré un brevísimo muestrario, si no les importa, sólo por el placer de seguir preguntando. Veamos. Sigo sin saber por qué una tarde de invierno del 77 resolví que estaba enamorado perdidamente de la princesa Leia, y aún sigo pagando las consecuencias. Era un amor, como diría Ray Bradbury, anterior al cuerpo y la moral. Por otra parte, de niño, me sobrevino una febril obsesión por los trenes, los de verdad y los de juguete, pero jamás soñé con ser maquinista, como todo el mundo, sino mozo de coche-cama. Siempre he despreciado las matemáticas y toda mi adolescencia ejercí un acusado desdén hacia la poesía, aunque redactaba unos cuentos muy macabros que le preocupaban mucho a mi profesora de lengua. Jamás sospeché que estudiaría clásicas e ignoro, a ciencia cierta, cuál es mi profesión. Y a estas alturas de la feria sigo preguntándome por ese raro deber de escribir poemas, de dónde viene, cuando disfruto más hablando de tipografía y de ordenadores. Como ven, unos cuantos lugares de ese mapa tan confuso en su simpleza que solemos llamar, por convención, yo. Pero no me pondré puñetero como el gran Hume. Que las cosas sucedan (insistiré siempre) es un misterio de aquí te espero. Y que yo suceda tampoco deja de tener su gracia. Y que vosotros sucedáis es el no va más de los misterios. Pero ante un misterio, nada como llevarlo con naturalidad, como Cary Grant sus trajes o Juana de Arco sus batallas.