Puede resultar paradójico que la producción de una revista de poesía
le deba tanto a un matemático y teórico de la computación. Pero con cada
número de Cuaderno Ático no puedo dejar de expresar mi agradecimiento a
Donald Knuth por su maravilloso sistema de tipografía digital TeX, cuyo
nombre tiene, por cierto, un intencionado origen griego. Knuth, uno de
los padres de la informática tal y como la conocemos (y usamos) ahora,
pero además un humanista de tomo y lomo, rara vez es
fotografiado junto a un ordenador. Aunque también dijo en el breve
discurso pronunciado cuando le dieron aquí en España el Premio BBVA
Fronteras del Conocimiento (2010. Enlazo el vídeo más abajo, que es cortito): «Es
sumamente emocionante imaginar cómo bailan los electrones en el interior
de una máquina cuando está llevando a cabo operaciones.» He de confesar
que yo también suelo sentir, peligrosamente, esa emoción. Cada vez que
TeX comienza a ejecutar una compilación y aparece en la pantalla la
mítica frase: "This is TeX, version..." es como asistir a un pequeño
big-bang en la oscuridad, algo que empieza a moverse, vivo, en el negro
fondo de la terminal. Y ver cómo esos electrones van recordando a
Gutenberg para crear letras, espacios, renglones, versos, páginas, etc. Y
cómo cada texto va renaciendo a la luz. Sí, caray, es de veras
emocionante.