jueves, 28 de junio de 2018

Noches de verano

Estas noches de verano, tan populosas y claras, febriles de transparencia. No es la vastedad desolada, estática del firmamento de invierno, al que nos asomábamos como quien se asoma a un pozo. Aquí es el universo entero el que nos mira con los ojos abiertos, casi en delirio. Son noches que no duermen. El increíble tapiz del tiempo, el pasado, el presente, el futuro, los mundos, las estrellas, las galaxias, el nacimiento y la muerte. Todo confluye en un único y simple instante estremecido. Son noches despojadas de la noche. Y brillan y bailan y cantan coronadas de grillos o lejanas guirnaldas de risas. Y esa alegría (diríase esa insultante y desvariada juventud) también te intimida y no deja de ponerte un poco triste, cuando no deberías estarlo. Y te sientes intempestivo y solo en el mejor momento de la fiesta. Porque adivinas que el verano es su propia fuga. Un verano más, sí, que ves pasar de largo en estas noches músicas, con sus pies de cristal y su fanfarria.