martes, 5 de marzo de 2013
En Clarín (103)
En el último número (enero y febrero) de la benemérita (y ya centenaria) Clarín, tengo el honor y el placer de colaborar con mi traducción de un largo poema en prosa de Cavafis, titulado Los barcos. El texto va acompañado de su versión "original" en griego, y precedido de una breve nota de introducción.
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domingo, 6 de enero de 2013
Teoría y alegato de la mujer dormida
(Este texto se publicó por primera vez en la web de DVD Ediciones, en el verano de 2008)
Entre Segovia y Cercedilla se alza un célebre y muy esmerado macizo de montañas que aquí llaman «la mujer muerta». No se advierte desde el pueblo. Hay que subir. Yo lo vi por primera vez siendo muy niño, cuando ni siquiera sospechaba que acabaría viviendo en Cercedilla, en uno de aquellos viajes dominicales, madrileños y pequeño burgueses en el curiosísimo ferrocarril del Guadarrama, que es un tren de juguete para adultos. Recuerdo a aquellos mismos adultos, viajeros del mismo vagón, repetir insistentemente : «Mirad, la mujer muerta». Y yo, que era un niño muy impresionable, me alarmé bastante. Pero también era un niño muy curioso, y no dejaba de buscar a mi alrededor con un placer de vértigo. ¿Quién sería aquella extraña señora, que estaba muerta? Todos miraban por las ventanillas, y yo imité, y cuando reparé en el perfil que dibujaban las montañas ninguno de esos adultos tuvo que explicarme nada.
La mujer muerta, sí. Luego la vi muchas veces, pero nunca con aquellos ojos y con aquella luz. Supongo que la memoria no deja de levantar sus quimeras, y no sé si aquel leve fulgor sonrosado que embozaba esas montañas sólo forma parte de mi deseo. Pero lo cierto es que la primera imagen fue irrepetible. Porque, entre otras cosas, me concedió una certeza que nunca me ha abandonado: la lejana melancolía que puede llegar a conformar el cuerpo de una mujer y que, de hecho, lo conforma y lo sostiene en un leve equilibrio contra la nada. Pegué mi cara al cristal como queriendo olerla y tocarla, pero el tren de juguete entró temerariamente en una curva y ella se fue alejando, lenta.
La naturaleza pone los lugares y nosotros los símbolos. Tal vez sea ésa una explicación para lo que llaman pareidolia, la tendencia de la mente humana a crear formas humanas uniendo una serie de elementos aleatorios, en un paisaje, en una cortina, en una nube, etc. Me parece muy humana la pareidolia, sí, y me gusta muchísimo que tal debilidad lleve un nombre tan evocador y tan griego. La naturaleza, por supuesto, nunca quiere decirnos nada. Es un exceso de romanticismo pretender lo contrario. Pero nosotros siempre estaremos gravemente aquejados de símbolos. Uno de ellos puede ser la silueta de una mujer tendida de cara al cielo, con la cabellera desperdigada y la doble pendiente de sus pechos.
Tendida. Pero, ¿muerta? Uno puede pensar que aquí en el Guadarrama lo llevamos todo por lo tremendo. Pero buscando en Internet para llenar mis severas carencias montañeras, he descubierto que hay otros macizos de montañas por ahí que inducen a una semejante pareidolia y que llevan el mismo nombre. Todas, inevitablemente, muertas.
Es probable que mi humilde equipaje de símbolos no tienda demasiado al tremendismo serrano, porque a mí siempre me ha parecido que el perfil de esas montañas representan, más bien, una mujer que duerme, tendida sobre su espalda. «Mucho sueño para un adulto», podríamos pensar, citando al gran y escéptico Miguel Gila. Pero yo siempre la he tenido, salvo en algún momento oscuro, por «la mujer dormida», y espero contar con más gestos de adhesión para cambiarle el nombre.
Me gusta que en algún lugar de estas sierras, entre Segovia y Cercedilla, insista en su perpetua siesta, con esa inmensidad inalcanzable y tan propia de las mujeres dormidas. No la despiertan ni las confusas, profanas y verbeneras noches de Cercedilla en verano, con sus orquestas de charanga y sus hormonas goliardescas. A ella no, nunca, pero a mí desde luego, me crispan los nervios. Y pensar en disparar a alguien por no poder dormir o querer tener una conversación insomne al menos, me hace recordar muy gratamente a Juan Ramón Jiménez, que sabía muy bien lo rara que se pone una mujer dormida. Lo decía en estos versos que aquí me apetece mucho recordar:
Cuando, dormida tú, me echo en tu alma
y escucho, con mi oído
en tu pecho desnudo,
tu corazón tranquilo, me parece
que, en su latir hondo, sorprendo
el secreto del centro
del mundo. Me parece
que legiones de ángeles,
en caballos celestes
—como cuando, en la alta
noche escuchamos, sin aliento
y el oído en la tierra,
trotes distantes que no llegan nunca—,
que legiones de ángeles,
vienen por ti, de lejos
—como los Reyes Magos
al nacimiento eterno
de nuestro amor—,
vienen por ti, de lejos,
a traerme, en tu ensueño,
el secreto del centro
del cielo.
ESTRAMBOTE: Muerta, dormida... También hay una tercera posibilidad, y es que tan sólo esté pensando y pensando con los ojos cerrados. Igual, hasta se ríe con lo que escucha. Es probable que algún día se levante. Ese día no será el fin del mundo, pero será un día, desde luego, digno de ver.
La Mujer muerta desde Segovia (foto: Wikipedia)
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lunes, 31 de diciembre de 2012
Año nuevo
La última entrada del 2012, o la primera del 2013, según se mire, apresurada y telegráfica. El nuevo año se parece mucho a un traje que aún no nos hemos probado. Pero la talla es única y en la rígidas sastrerías del tiempo no se admiten devoluciones. No nos queda otra que usar ese traje, convivir con él y amoldarlo a nosotros día a día. Tampoco sabemos el color que tiene. Probablemente tendrá muchos, y algunos incluso ni los sospechamos. No ignoramos, en todo caso, que, últimamente, hay un gris de fondo que no acaba de dejarnos, un gris sombrío y plano. Es el color de la oficina siniestra o del casino sórdido en que unos cuantos ladrones, los de siempre, quieren convertir el mundo o nuestra vida. Mejor pensar ahora en cosas más gratas. Por mi parte, y aprovechando que este nuevo año la espléndida editorial Vaso Roto publicará mi traducción del libro de María Polydouri Los trinos que se extinguen, por primera vez traducido al español, les dejo con una foto apenas conocida de la gran poeta de Kalamata. Está tomada en el sanatorio de Sotiría (Atenas), donde pasó, ya enferma de tuberculosis, el último tramo de su corta vida. Curiosamente, es la única foto de las pocas que se conservan de ella donde se la ve sonreír. Y con la sonrisa de María Polydouri (una bella sonrisa) os dejo a todos los que visitáis estas diosas y estas nubes mis mejores deseos para este nuevo año que tendremos que vestir. Que los colores del traje sean muchos y variados, y que el gris nunca domine.
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lunes, 2 de julio de 2012
Cantigas y Barcelona
De regreso de Barcelona, donde estuve presentando Cantigas y Cárceles (Siltolá) entre calores y tormentas. Una vez más (y van...) no puedo sino volver a declarar con carácter de urgencia la tremenda fortuna de amigos que un servidor tiene en esa ciudad. En el Espai Bohémia de Fernando Clemot, junto a Agustín Calvo Galán (lujo de presentador) allí estaban, sin ir más lejos, Juan Vico, Susana Pozo, Álex Chico, Núria Cejudo, Iván Humanes, el pianista, Laia López, Efi Cubero, Joan de la Vega, Ginés Cutillas... Y también Eduardo Moga y Sergio Gaspar con su mujer María Fortuny. Gracias a todos.
Más fotos, en el blog del Espai Bohémia:
http://tascabohemia.blogspot.com.es/2012/07/presentacion-de-cantigas-y-carceles.html
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jueves, 28 de junio de 2012
Páginas de DVD
Decía Stanley Morison que el tipógrafo ha de ser expresión del autor y no de sí mismo. De los muchos trabajos de composición tipográfica que un servidor realizó para DVD Ediciones siempre recuerdo las largas conversaciones mantenidas con los autores, para intentar establecer ese siempre difícil límite entre el final de la poesía y el comienzo de la tipografía, o viceversa. ¿Cómo olvidar, por ejemplo, el interminable intercambio de correos con Juan Andrés García Román, incurables nictálopes ambos, para ir construyendo poco a poco su "Fósforo astillado". Hace ya unos días, dejé en el hermano pequeño de este blog unos pocos testimonios de esas horas felices de trabajo:
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sábado, 23 de junio de 2012
Y seguimos
En DVD Ediciones.com, tres nuevas convocatorias:
- Luis Miguel Rabanal: dos poemas de su libro Música para torpes, publicado en Baile del sol.
- Julio César Galán: Nueva firma invitada por su nuevo poemario Márgenes, publicado en Pre-Textos.
- Olga Bernad: entrevista o charla con un servidor y 7 poemas de su último libro El mar del otro lado, publicado en Isla de Siltolá.
Mil gracias a Luis Miguel, Julio César y Olga por regalarnos su poesía.
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lunes, 18 de junio de 2012
Julio César Galán escribe sobre Tránsito
La revista-blog Encuentros de lecturas, de Santos Domínguez, publicó hace poco una extensa y generosa reseña de mi libro Tránsito (DVD Ediciones), firmada por el poeta Julio César Galán. Con todo mi agradecimiento, dejo aquí el enlace:
http://encuentrosconlasletras.blogspot.com.es/2012/06/transito.html
http://encuentrosconlasletras.blogspot.com.es/2012/06/transito.html
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viernes, 15 de junio de 2012
En griego | Στα ελληνικά
La poeta y traductora griega Ati Solerti viene realizando desde hace tiempo una antología de la poesía española contemporánea, que se va publicando por partes en la revista de literatura on line Vakxicon. El trabajo de Ati Solerti, alentado por el también poeta y traductor (y helenista) español Mario Domínguez Parra, es encomiable y magnífico, propio de una estupenda poeta, y (ni que decir tiene) cargado de una gran generosidad. Pues bien, hoy ha sido publicada la segunda parte de esta antología, y un servidor tiene el gran honor de que tres poemas suyos hayan sido incluidos en ella. Los que bien me conocen entenderán que, de todas las lenguas posibles, ninguna como la inmortal lengua griega me produce tanta alegría. Voy en este viaje muy bien acompañado por Julieta Valero, Marta Agudo, Ramiro Rosón, Carlos-Javier Morales, José María Castrillón, Jorge Plaza, Yaiza Martínez, Amílcar Martín Pérez y Déborah Antón.
Dejo aquí en enlace: http://www.vakxikon.gr/content/view/1239/5788/lang,el/
Mis tres poemas escogidos para la traducción fueron "Pupitre" (de Tránsito, DVD Ediciones), "En romance" (de Cantigas y cárceles, Isla de Siltolá) y el inédito "Noches áticas".
Les dejo aquí uno de esos tres poemas. "En romance" casi acaba "Cantigas y cárceles". El título que le ha dado Ati Solerti es, a mi juicio, un feliz hallazgo: "Asmatikó" ("lo relativo al canto"). En traducción se suele hablar de "original" y "versión", pero en traducción de poesía esos términos siempre son impropios. Aquí, "Asmatikó" y "En romance" se miran como en un espejo incesante.
***
ΑΣΜΑΤΙΚΟ
Αυτές οι αργές λέξεις κάτι έχουν
από αργό ήλιο που τα απογεύματα τα τελευταία
του σεπτέμβρη διαλύεται στο ασήμι.
Είναι το πορφυρό μυστήριο του οίνου
που σαν ένα παιδί ξαναγεννιέται στο πατητήρι
με θορυβώδη φωνή και μάτια ηλικιωμένου.
Αυτές οι λέξεις έρχονται στα χείλη
όπως στην άκρη μιας πισίνας η σελήνη
συναισθηματική, αρχαία, αυστηρή και ευγενής.
Είναι η βρεγμένη γη, ο αγνός άνεμος
που πλέκει μάγια ανάμεσα στα πουρνάρια˙
ο χάλυβας μετριασμένος από θάρρος˙
ο βασιλιάς και ο επαίτης, που, στη μεγάλη ώρα,
ξέρουν να βλέπουν μέσα τους σαν ένας καθρέφτης
του αιώνιου ανθρώπου που στη σιωπή πεθαίνει.
Και είναι η ακρόπολη, και είναι το μάρμαρο
που διατηρεί μάχες και καταδίκες,
απ’ τη φαυλότητα των ημερών πάντα ασφαλείς.
Αυτές οι αργές λέξεις είναι οι γονείς
που μας κληροδότησαν ναούς, παλιά ενδύματα
και μια ιστορία διδαγμένη στις σοφίτες.
Κι είναι τα σύννεφα επίσης χωρίς ιστορία
που οικοδομεί την έρημο μες στην αδυναμία
όπου μονάχα η πίστη κρατά σε αναμονή
το μετάξι, με το βάρος του θανάτου.
Πιο πέρα από τις άγονες γραμματικές,
πιο πέρα από τα ψυχρά ράφια,
πιο πέρα από των χρόνων τα φύλλα,
και πιο πέρα από τη λογοτεχνία,
αυτές οι αργές λέξεις είναι το δικό μου αίμα,
και καίνε σ’ αυτές μέσα πολλές ζωές μαζί,
πολλά μάτια που κοιτάζουν εκ του χρόνου,
άμα τις κάνω απ’ τις αβύσσους τους να γυρίσουν
στο αυτί για να σου μιλήσουν. Αυτές οι λέξεις
είναι το σώμα μου που θρύψαλα απ’ την άμμο έχει γίνει,
η καρδιά μου από την τρικυμία μεταφερμένη,
η ψυχή μου μέσα στο κοχύλι μαζεμένη.
(Από το βιβλίο Άσματα και φυλακές, Isla de Siltolá 2011)
Μετάφραση: Άτη Σολέρτη
Traducción: Ati Solerti.
Dejo aquí en enlace: http://www.vakxikon.gr/content/view/1239/5788/lang,el/
Mis tres poemas escogidos para la traducción fueron "Pupitre" (de Tránsito, DVD Ediciones), "En romance" (de Cantigas y cárceles, Isla de Siltolá) y el inédito "Noches áticas".
Les dejo aquí uno de esos tres poemas. "En romance" casi acaba "Cantigas y cárceles". El título que le ha dado Ati Solerti es, a mi juicio, un feliz hallazgo: "Asmatikó" ("lo relativo al canto"). En traducción se suele hablar de "original" y "versión", pero en traducción de poesía esos términos siempre son impropios. Aquí, "Asmatikó" y "En romance" se miran como en un espejo incesante.
***
ΑΣΜΑΤΙΚΟ
Αυτές οι αργές λέξεις κάτι έχουν
από αργό ήλιο που τα απογεύματα τα τελευταία
του σεπτέμβρη διαλύεται στο ασήμι.
Είναι το πορφυρό μυστήριο του οίνου
που σαν ένα παιδί ξαναγεννιέται στο πατητήρι
με θορυβώδη φωνή και μάτια ηλικιωμένου.
Αυτές οι λέξεις έρχονται στα χείλη
όπως στην άκρη μιας πισίνας η σελήνη
συναισθηματική, αρχαία, αυστηρή και ευγενής.
Είναι η βρεγμένη γη, ο αγνός άνεμος
που πλέκει μάγια ανάμεσα στα πουρνάρια˙
ο χάλυβας μετριασμένος από θάρρος˙
ο βασιλιάς και ο επαίτης, που, στη μεγάλη ώρα,
ξέρουν να βλέπουν μέσα τους σαν ένας καθρέφτης
του αιώνιου ανθρώπου που στη σιωπή πεθαίνει.
Και είναι η ακρόπολη, και είναι το μάρμαρο
που διατηρεί μάχες και καταδίκες,
απ’ τη φαυλότητα των ημερών πάντα ασφαλείς.
Αυτές οι αργές λέξεις είναι οι γονείς
που μας κληροδότησαν ναούς, παλιά ενδύματα
και μια ιστορία διδαγμένη στις σοφίτες.
Κι είναι τα σύννεφα επίσης χωρίς ιστορία
που οικοδομεί την έρημο μες στην αδυναμία
όπου μονάχα η πίστη κρατά σε αναμονή
το μετάξι, με το βάρος του θανάτου.
Πιο πέρα από τις άγονες γραμματικές,
πιο πέρα από τα ψυχρά ράφια,
πιο πέρα από των χρόνων τα φύλλα,
και πιο πέρα από τη λογοτεχνία,
αυτές οι αργές λέξεις είναι το δικό μου αίμα,
και καίνε σ’ αυτές μέσα πολλές ζωές μαζί,
πολλά μάτια που κοιτάζουν εκ του χρόνου,
άμα τις κάνω απ’ τις αβύσσους τους να γυρίσουν
στο αυτί για να σου μιλήσουν. Αυτές οι λέξεις
είναι το σώμα μου που θρύψαλα απ’ την άμμο έχει γίνει,
η καρδιά μου από την τρικυμία μεταφερμένη,
η ψυχή μου μέσα στο κοχύλι μαζεμένη.
(Από το βιβλίο Άσματα και φυλακές, Isla de Siltolá 2011)
Μετάφραση: Άτη Σολέρτη
Traducción: Ati Solerti.
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miércoles, 13 de junio de 2012
sin título
Escribo unas líneas improvisadas, para contar una historia que sólo he contado en privado, a unos pocos amigos. Creo que un día como hoy, un día triste de un triste mes de junio, es buen día para contarla a todos los que visitáis este humilde blog. Es muy simple y acaba pronto. Veréis. En algún lugar de la década de los 90 un servidor abandonó su doctorado (por razones que no vienen al caso) y comenzó a vagar como un Ulises cualquiera. Tras muchas zozobras, acabé trabajando haciendo pizzas en un restaurante italiano. Una época de mi vida de la que no me arrepiento en absoluto. Es más: mejoré considerablemente mis habilidades culinarias. Cuando abandoné mi doctorado, la única riqueza que me acompañaba era una pobre traducción de la poesía de Safo en la que había invertido unos cuantos años de mi vida, algún enamoramiento inútil y un sinfín de insomnios. Mi querido profesor de griego, Jesús de la Villa, me animó una y otra vez a que la moviera por editoriales, a pesar de que yo no tenía aval alguno ni currículum que me acompañase. Y la moví por editoriales, hasta que la fe fue mermando poco a poco. Aún hoy estoy esperando que alguna de esas editoriales me conteste. Salvo una. Lo recuerdo muy bien. Era una tarde del día de Nochebuena. Yo venía de hacer pizzas y me dirigía a mi casa en Cercedilla, a celebrar la Nochebuena con mi madre. Me sentía "acabado, solo y pobre", como en el soneto de Borges. Y me sonó el móvil. Era Sergio Gaspar, director de DVD Ediciones, que me llamaba interesándose por aquella traducción de Safo. Aun hoy, si pienso en aquella nochebuena, me vuelve la alegría. Aún en esta noche triste. Eso es todo lo que quería contaros ahora.
miércoles, 6 de junio de 2012
Ray Bradbury y Marte
"¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, al cerrar las páginas de su libro, para que episodios de la conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad?"
He vuelto a estas líneas del prólogo que Borges escribiera para Crónicas marcianas, de Ray Bradbury, nada más enterarme de la muerte de aquel hombre de Illinois, a los 91 años. El maestro Bradbury, un grande, a pesar de lo injustamente que se le suele encasillar dentro de la ciencia ficción, ese género que hizo pedazos a golpe de simple poesía. Recomiendo, a quien nunca lo haya leído, su País de octubre, su Hombre ilustrado, su Farenheit 451. Pero, sobre todo, sobre todo, sus Crónicas marcianas. Borges, como casi siempre, no se equivocaba. Nunca la colonización de un planeta resultó tan definitivamente melancólica. Aquí dejo copiado uno de sus capítulos, en la traducción de Francisco Abelenda.
***
LOS COLONOS
(Agosto de 2001)
Los hombres de la Tierra llegaron a Marte.
Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los Peregrinos, o porque no se sentían como los Peregrinos. Cada uno de ellos tenía una razón diferente. Abandonaban mujeres odiosas, trabajos odiosos o ciudades odiosas; venían para encontrar algo, dejar algo o conseguir algo; para desenterrar algo, enterrar algo o alejarse de algo. Venían con sueños ridículos, con sueños nobles o sin sueños. El dedo del gobierno señalaba desde letreros a cuatro colores, en innumerables ciudades: HAY TRABAJO PARA USTED EN EL CIELO. ¡VISITE MARTE! Y los hombres se lanzaban al espacio. Al principio sólo unos pocos, unas docenas, porque casi todos se sentían enfermos aun antes que el cohete dejara la Tierra. Y a esta enfermedad la llamaban la soledad, porque cuando uno ve que su casa se reduce hasta tener el tamaño de un puño, de una nuez, de una cabeza de alfiler, y luego desaparece detrás de una estela de fuego, uno siente que nunca ha nacido, que no hay ciudades, que uno no está en ninguna parte, y sólo hay espacio alrededor, sin nada familiar, sólo otros hombres extraños. Y cuando los estados de Illinois, lowa, Missouri o Montana desaparecen en un mar de nubes, y más aún, cuando los Estados Unidos son sólo una isla envuelta en nieblas y todo el planeta parece una pelota embarrada lanzada a lo lejos, entonces uno se siente verdaderamente solo, errando por las llanuras del espacio, en busca de un mundo que es imposible imaginar.
No era raro, por lo tanto, que los primeros hombres fueran pocos. Crecieron y crecieron en número hasta superar a los hombres que ya se encontraban en Marte. Los números eran alentadores.
Pero los primeros solitarios no tuvieron ese consuelo.
(Ray Bradbury, Crónicas marcianas, trad. de F. Abelenda, Minotauro)
He vuelto a estas líneas del prólogo que Borges escribiera para Crónicas marcianas, de Ray Bradbury, nada más enterarme de la muerte de aquel hombre de Illinois, a los 91 años. El maestro Bradbury, un grande, a pesar de lo injustamente que se le suele encasillar dentro de la ciencia ficción, ese género que hizo pedazos a golpe de simple poesía. Recomiendo, a quien nunca lo haya leído, su País de octubre, su Hombre ilustrado, su Farenheit 451. Pero, sobre todo, sobre todo, sus Crónicas marcianas. Borges, como casi siempre, no se equivocaba. Nunca la colonización de un planeta resultó tan definitivamente melancólica. Aquí dejo copiado uno de sus capítulos, en la traducción de Francisco Abelenda.
***
LOS COLONOS
(Agosto de 2001)
Los hombres de la Tierra llegaron a Marte.
Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los Peregrinos, o porque no se sentían como los Peregrinos. Cada uno de ellos tenía una razón diferente. Abandonaban mujeres odiosas, trabajos odiosos o ciudades odiosas; venían para encontrar algo, dejar algo o conseguir algo; para desenterrar algo, enterrar algo o alejarse de algo. Venían con sueños ridículos, con sueños nobles o sin sueños. El dedo del gobierno señalaba desde letreros a cuatro colores, en innumerables ciudades: HAY TRABAJO PARA USTED EN EL CIELO. ¡VISITE MARTE! Y los hombres se lanzaban al espacio. Al principio sólo unos pocos, unas docenas, porque casi todos se sentían enfermos aun antes que el cohete dejara la Tierra. Y a esta enfermedad la llamaban la soledad, porque cuando uno ve que su casa se reduce hasta tener el tamaño de un puño, de una nuez, de una cabeza de alfiler, y luego desaparece detrás de una estela de fuego, uno siente que nunca ha nacido, que no hay ciudades, que uno no está en ninguna parte, y sólo hay espacio alrededor, sin nada familiar, sólo otros hombres extraños. Y cuando los estados de Illinois, lowa, Missouri o Montana desaparecen en un mar de nubes, y más aún, cuando los Estados Unidos son sólo una isla envuelta en nieblas y todo el planeta parece una pelota embarrada lanzada a lo lejos, entonces uno se siente verdaderamente solo, errando por las llanuras del espacio, en busca de un mundo que es imposible imaginar.
No era raro, por lo tanto, que los primeros hombres fueran pocos. Crecieron y crecieron en número hasta superar a los hombres que ya se encontraban en Marte. Los números eran alentadores.
Pero los primeros solitarios no tuvieron ese consuelo.
(Ray Bradbury, Crónicas marcianas, trad. de F. Abelenda, Minotauro)
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lunes, 4 de junio de 2012
Cantigas y cárceles en Barcelona
El próximo jueves 21, a las 21 horas, si nada se tuerce, estaremos presentando Cantigas y cárceles por Barcelona, en el Espai Bohèmia, C/ Bòria, 22. Tendré un presentador de lujo, Agustín Calvo Galán. Será una alegría poder saludar, de nuevo, a los amigos. Entre tanto, les dejo con un poema del libro.
***
CUARTILLA DE ESTACIÓN
Tendidos en la sed de los lugares,
en cercos imprevistos y en horas que se inclinan
al clamor de los mapas, nos dejamos
beber por este cielo de pronto hospitalario.
Y con el cielo comparece el cuerpo
compilando su leve hatillo de presagios.
Un calmo cielo y un deber común
que poblará nuestros márgenes de amapolas y dudas.
Y este deber, más íntimo, de redimir la ropa
que guardamos colgada en el envés del año
por hacer testimonio en nuestra sombra:
silencios y telas intramuros, que vuelven
a componer sus términos
y su vieja metáfora raída,
de pronto sensitivos y ligeros.
Ven.
El cuerpo
obtendrá la primera indulgencia del sol
y el asombro primero de tu piel negando,
al final, tanto calendario oscuro,
tanto amargor mirado en los cerrojos.
Entregarás tu piel como se entrega el mito:
el racimo más pálido del sueño y la custodia,
con la puntualidad (que aún nos sorprende)
y el tierno acatamiento de un planeta.
en cercos imprevistos y en horas que se inclinan
al clamor de los mapas, nos dejamos
beber por este cielo de pronto hospitalario.
Y con el cielo comparece el cuerpo
compilando su leve hatillo de presagios.
Un calmo cielo y un deber común
que poblará nuestros márgenes de amapolas y dudas.
Y este deber, más íntimo, de redimir la ropa
que guardamos colgada en el envés del año
por hacer testimonio en nuestra sombra:
silencios y telas intramuros, que vuelven
a componer sus términos
y su vieja metáfora raída,
de pronto sensitivos y ligeros.
Ven.
El cuerpo
obtendrá la primera indulgencia del sol
y el asombro primero de tu piel negando,
al final, tanto calendario oscuro,
tanto amargor mirado en los cerrojos.
Entregarás tu piel como se entrega el mito:
el racimo más pálido del sueño y la custodia,
con la puntualidad (que aún nos sorprende)
y el tierno acatamiento de un planeta.
(De Cantigas y cárceles, Isla de Siltolá, 2011)
David Gilmour: Marooned-Coming Back To Life
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miércoles, 30 de mayo de 2012
Safo / García-Máiquez / Víctor Botas
El poeta Enrique García-Máiquez firma este hermoso artículo sobre Safo y su cuestión. La poeta (ya saben) que nos plagió a todos. Es un honor encontrarme allí, convocado junto a otros traductores de la inmortal lesbia: mis admirados García Gual y Ferraté. Enrique termina su artículo con este poema de Víctor Botas, que no me resisto a copiar aquí.
***
ASUNTOS BIZANTINOS
Que ellos sigan hablando
y discutiendo asuntos bizantinos. Yo no puedo
hacer más que mirarte.
Ahora mismo
acaban de ocurrírseme unas líneas
que te irían a ti
igual que anillo al dedo, si no fuera
que Safo (es una pena), hace algún tiempo
ya, se me adelantó:
sobre unos ojos
negros
tarda en caer la noche.
( Esta sería
la versión, más o menos.)
No importa:
cometo un plagio más, y tan a gusto.
(Víctor Botas)
***
ASUNTOS BIZANTINOS
Que ellos sigan hablando
y discutiendo asuntos bizantinos. Yo no puedo
hacer más que mirarte.
Ahora mismo
acaban de ocurrírseme unas líneas
que te irían a ti
igual que anillo al dedo, si no fuera
que Safo (es una pena), hace algún tiempo
ya, se me adelantó:
sobre unos ojos
negros
tarda en caer la noche.
( Esta sería
la versión, más o menos.)
No importa:
cometo un plagio más, y tan a gusto.
(Víctor Botas)
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viernes, 25 de mayo de 2012
Sobre Dimensión de la frontera (Álex Chico)
En la revista digital La Náusea han publicado este pequeño texto que elaboré a partir de lo que dije en la presentación de Dimensión de la frontera, de Álex Chico, el pasado mes de marzo en Madrid. Fue una bonita tarde.
***
PRESENTACIÓN DE DIMENSIÓN DE LA FONTERA, DE ÁLEX CHICO
Dimensión de la frontera, el nuevo libro de poemas de Álex Chico, contiene ya en su título una clara vindicación de la poesía. Es en el ámbito fronterizo, y en la tierra de nadie, donde se mueve por naturaleza ese viejo asombro de palabras: siempre libre de banderas y de emblemas, la poesía ajena a las concepciones de la poesía y a salvo de nuestro afán de orden y los apriorismos de cuartel. En la frontera, sí, encontraremos la poesía, y allí también la perderemos sin remedio, pues la frontera no es lugar concreto (si lo fuera, no la llamaríamos «frontera»); es más un tránsito que un espacio o un tiempo definido, la melancolía del camino por recorrer que ya se ha recorrido. Álex Chico, para deleite de nosotros sus lectores, ha vuelto a ejecutar el ritual de lo efímero, quehacer de los poetas, en esta bella colección ajedrezada de Isla de Siltolá.
Sabemos por Borges que son muy pocas las historias que pueden contar los poetas, y que el resto ha de quedar en un sinfín de variaciones. Una de esas historias podría ser la del viajero que recuerda su viaje. Y cada poema de Dimensión de la frontera se nos antoja una enésima y delicada reinvención de la Odisea que da vida, en cada caso, a su particular Ulises. Es el poema (no lo olvidemos) el que construye al poeta. El propio Ulises, sin duda, hubiera firmado con entusiasmo estos versos de César Simón que Álex Chico coloca de lema en el epílogo de su libro: «...este no saber nunca / en qué lugar del tiempo y del espacio / de la realidad y el sueño sucede nuestra vida». ¿Sospechamos cuál era el nombre real de la Musa que invocaba Homero desde aquel «grado cero» de la poesía? Acaso se llamaba Memoria, la gran fabuladora que junta los lugares y los días recorridos: «Solo la memoria recupera su estado / de sitio...», leemos en un lugar del libro. La memoria, tenaz hilandera del mito de nuestra identidad, insiste en estos notables versos del poema Salamanca.Punto final:
Observo este lugar y sé que fui él mismo,
fui su camino y su deriva,
fui sus autores: Hierro, Arlt, Valente,
todos los que vinieron por primera vez
a señalarme los límites del mundo.
(...)
El afán de orden que mencioné al principio podría ensordecernos de nuevo y llevarnos a definir la poesía de este volumen como «meditativa» o «de pensamiento». No seré yo quien lo haga aquí, por más que a veces nos divierta jugar a los géneros y a las etiquetas, tan manidas como ociosas. Lo más notable de esta poesía es, precisamente, su cualidad de poesía, sin concesión a la anécdota o a la doctrina. No hay nada previo al poema que lo justifique, ninguna música anterior a la música. Los poetas del 27 nos recordaron que la poesía es libre. Que los manzanos pueden un día producir notarios y también (oh, asombro) manzanas. Y así, Dimensión de la frontera, en su elegida simetría, en su tono hábilmente sostenido, sin caídas, nunca monocorde, con sus calles, sus ciudades y sus límites, antes de mover nuestro pensamiento, nos lo tiñe de un determinado color (cada cual el suyo), como una voz que viene de lejos, como en estos versos finales del poema Aljibe:
Y ahora, ¿qué queda?
¿Una cita a destiempo?
¿Un recerdo que acabe por disgregar
más la fractura?
¿O una fuente que repite, como nosotros,
su movimiento eternamente circular?
Tampoco ella lo sabe: su ritmo siempre
será el mismo. Su agua, un hilo
de piel cada vez más cansada.
La poesía es un misterio. Pero es un misterio porque es humana. Tal vez la frontera mida lo que nosotros. Nuestra piel, la del poema. Nuestro compartido movimiento eternamente circular.
Juan Manuel Macías
marzo de 2012
marzo de 2012
miércoles, 23 de mayo de 2012
Anactoria
ANACTORIA
(Cara B)
No soporto a los griegos ni a su podrida belleza.
Ni a sus estatuas, cuyos dulces límites apenas pueden contener toda
la escoria acumulada por un planeta en fuga.
Todo en su sitio. Todo en su sitio.
Hasta el aburrimiento.
Porque la suma del cuadrado de los dos catetos
a veces se parece al dolor del bajo vientre cuando sangra,
y un triángulo isósceles es lo más cercano a la melancolía
cuando resuelve sus aristas de miel entre las costillas.
Porque la luna llena no fue nunca una circunferencia perfecta,
y estoy más que cansada del mes de mayo y de sus símbolos.
Y de las flores.
Sobre todo de las flores.
Malditas violetas como monstruos.
Porque los griegos se llevaron el mármol para levantar sus estatuas y sus templos
y a nosotras tan sólo nos dejaron el barro.
El barro con que jugabas de niña en un rincón callado modelando a nuestros héroes:
a Aquiles hinchado de soberbia, al sabio Néstor, al ignorante Agamenón, al vagabundo Ulises, a
la paciente Penélope, al cobarde Tersites, que era mi preferido.
Y a todos ellos yo les exigía la vida con estas manos pequeñas que nunca
aprendieron a tocarte.
Anactoria.
Te estás convirtiendo poco a poco en un nombre entre mis labios;
y ya eres sólo una música triste que intento repetir entre la gente;
y te voy deshilando, deshilando
como el vestido de una muñeca vieja,
como un vano residuo de mi aliento,
como cuando le hablo a alguien de ti sin esperar que me escuche.
Como una rueca que gira sin sentido entre las cejas.
Y me doy miedo.
Anactoria,
me está doliendo en la espalda el peso triste de la astronomía
y en los ojos esa estaca definitiva, clavada en todos los desiertos sin nosotras,
para demostrar que la tierra no paraba de girar, como temíamos.
Pasan ejércitos terribles al empezar la noche
y un galope de hermosos corceles se lleva, como el viento, el pulso de los héroes.
Y los dioses bailan borrachos y escupen sobre el oro de sus propias estatuas.
Y entre risas me preguntan: «Cuéntanos, cuéntanos tu virtud: ¿acaso no es el amor una lámpara de hielo?»
Pero yo ya no sé cuál es mi virtud,
ni qué mano pone en hora la golondrina del alba.
Yo sólo quisiera ahora rescatarte del barro.
Yo sólo pido ahora volver a hacer tu cara
con este bajo barro de la noche más simple.
Y prenderle fuego como a una delicada antorcha
que tiembla sola al borde de los acantilados,
o como la luna que surge, inevitable, para empequeñecer a las estrellas.
Y verla brillar desde la oscuridad donde me quedo.
(Tránsito, DVD Ediciones, 2011)
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